Orgia Oral
- Sabrina
- 9 abr 2016
- 4 Min. de lectura
Tenia 25 años, cubría reportajes de un equipo de fútbol. En una ocasión viajamos a Guadalajara, 22 chicos futbolistas de 18 a 20 años, los técnicos y demás personal. Era muy guapos los chavos: delgados, fornidos, musculosos, bien parecidos. Al verme las pompas empezaron a decirme piropos. A mí me encantaba. Total que subí al autobús viajamos de noche y curiosamente me dieron un asiento de hasta atrás. Me tocó con un chavito negrito, musculoso, alto, le sonreí y me sonrió. Pasaron 30 min y me dormí e igual Él. Después de unas horas de camino me desperté y me dirigí al baño. Al regresar me di cuenta que el negrito tenía un sueño húmedo, su pito estaba parado, con un bulto extraordinario, que no podía desperdiciar. Me dije ¿qué hago? Por fin decidí y comencé a tocar su entrepierna, cada vez más y más fuerte hasta que él despertó. Sin decirme nada, sacó mi teta y me la empezó a chupar, lentamente, suavemente, con delicadeza pero después comenzó a darme unas mordidas sabrosas, más tarde las chupaba con descaro y los sonidos típicos de cuando mamas unas tetas. Sacó mi otra boobie e hizo lo mismo. Yo frotaba mi pierna con su pantalón tocando con desesperación su macana y pronto su tremenda polla creció aún más. Bajé su short, después su bóxer y ahí estaba su garrote largo, grueso, cabezón, venudo y lleno de monte, cuyos huevos eran gigantes y peludos, no pude más empecé a chupar su salchicha. Primero introduje en mi boca sus dos huevos, no supe cómo, pero ambos entraron, después lamia suavemente con mis delgados y rosados labios sus dos bolas, el tronco, la tenia de burro, largaaaaaaa hasta llegar a la cabeza, ya teniendo la cabeza frente de mi boca, la abrí lo más que pude y empecé a perder su palo en el interior de mi boquita. Por un momento pensé que me ahogaría, me atragantaba, balbuceaba, es mejor morir por placer, era mucha verga como para desperdiciar un centímetro fuera. Y así me comí su camote, desde la cabeza hasta llegar a los huevos ( garganta profunda). Agarré su chile y lo frotaba por toda mi cara, golpeaba mis mejillas y mis tetas con él y a la misma vez, lo masturbaba con mi mano. De pronto escuché un ah ah ah ah y el tío yogurcito se vino sin decirme nada, regando su esperma en mi cara, que ricoooo. Su plátano ya no respondía para que me diera un palenque ahí mismo y más aún los primeros rayos del sol iluminaba el escenario. Así que quedé insatisfecha, sin poderme venir. Así que lo cité para un próximo encuentro: "te espero hoy en la noche en mi habitación, asegúrate de traer algunos de tus compañeros que deseen cogerme, porque deseo mamar muchas pijas". A las 11 am se jugó el partido, por cierto perdimos. Los chavales descansaron toda la tarde porque estaban exhaustos del juego de la mañana. Pasaron las horas, y a las 10 pm me arreglé, me maquillé, me puse una tanguita roja, de hilo dental y un vestidito rojo pegadísimo y corto que definían mis nalguitas, mis piernotas y tetotas. Se hicieron la 1 am y los chavales sin llegar e imaginé que se le había olvidado al negrito, en eso escuchó el toc toc de la puerta de mi habitación y al abrir me llevé una sorpresa: wow, Dios me fui para atrás, eran 9 chicos, ya con sus rifles firmes para la batalla.. No pude resistirme, entraron a mi cuarto, no dije nada ni ellos a mí, se veían nerviosos pero calientes, los puse en círculo y me coloqué en medio. Uno a uno les fui tocando su camarón, bajé el cierre de sus pantalones, todo un cóctel de vainas solo para mí. No lo podía creer. No hallaba por dónde empezar a mamar tantos chorizos. Y decidí por las manecillas del reloj. Uno a uno los desvestí y los dejé en bóxer con sus pájaros firmes, opté por quitarme toda mi ropa, quede desnuda frente a ellos con mi piel tersa, suave, cabello largo, con nalgas definidas y lampiñas, con unas piernas finas y mirada electrizante hicieron que sus trancas se pararan aún más uniformemente. Primero pase con cada uno para que mamarán mis pezones, redondos y duritos. Los 9 en una ronda se llevaron a la boca mis dos tetas súper calientes. Y así mismo, me agaché y empezó la fiesta. En la primera ronda les mamé las mangueras a todos con 5 minutos cada uno, sus pepinos median entre 15 a 19 cm. Ya en la segunda ronda les tocó en equipo de 3, uno mamaba mis chiches y el otro introducía su masacuata en mi boca y el último me metía su vara por aquellito. Eran sabroso sentir como un trozo de carne fresca penetraba mi ser, al mismo tiempo que yo mamaba y me tragaba por mi boca otro pedazo de maciza de carne y escuchar y sentir como un becerro hambriento mamaba mis chiches, a la par de tremendas nalgadas que me daba. Aún puedo escuchar mis gemidos guarros, y como me retorcía de placer. "Eres una perra" me decían, yo respondía, si papi sí, soy su perra de todos ustedes”. Había unos que se corrían rápido. Otros aguantadores. Un menú de vergas: largas, delgadas, gruesas, chicas, cabezonas, peludas, lampiñas, blancas, negras, morenas, derechas, pandas, chuecas. Perdí la cuenta de cuantas venidas me di y se dieron, lo único que sé, es que terminé con muchísimo semen en mi cara, en mis tetas, en mi cuerpo, una experiencia bastante grata. Al diablo la moral, soy un revolver caliente.
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